El Espíritu de Dios, viene a nosotros y nos envía al mundo. Él sopla su aliento transformador y nos colma con su paz y su luz. Abre nuestros ojos y nos permite reconocer que Cristo Resucitado está a nuestro lado. Su poderosa unción nos ha hecho discípulos y testigos, ¿cómo no pedir que nos siga llenando de su presencia? ¿Cómo no sentirnos impulsados a anunciar su Amor en la misión? Deseamos que nuestro canto y nuestra música expresen el ardor que Dios regala a los corazones y extiendan en nosotros y en ustedes el fuego de su Santo Espíritu.
Amén
